Durante una inspección de rutina, los inspectores descubrieron que tanto en la sala de elaboración, en los fondos, en el restaurante y en las inmediaciones de la planta elaboradora de Atalaya las condiciones de higiene y salubridad eran deficientes y ponían en riesgo la salud de los consumidores.
"Encontramos muy malas condiciones de higiene en la sala de elaboración, cables colgando, grasa acumulada con riesgo de incendio, tableros de luz en mal estado, elevado riesgo de contaminación cruzada entre alimentos dentro de las cámaras frigoríficas", precisó la titular de la Oficina de Alimentos, Mónica López.
Agregó que, detrás del establecimiento, hallaron un basural de cartones, bolsas con desperdicios, medialunas de días anteriores en el piso, chapas, escombros y un taller de reparación con repuestos en desuso.
"Además de la falta de higiene, el local y el establecimiento estaban llenos de moscas, insectos y telarañas, dado que no contaban con un adecuado sistema de Manejo Integrado de Plagas (MIP)", contó López.
El ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, explicó que "la clausura preventiva y en salvaguarda de la salud pública cesará, únicamente, cuando se reviertan las condiciones en las que encontramos los locales".
Por su parte, la jefa del departamento de Auditoría del Ministerio de Salud de la Provincia, Adriana Biscayart, señaló que de los 10 mil kilos de alimentos confiscados 48 kilos correspondían a empanadas, 50 kilos a milanesas de carne vacuna; 25 kilos a milanesas de pollo; 170 kilos a bondiola de cerdo; 30 kilos a bifes de chorizo; 30 kilos a pechugas de pollo y 20 kilos a jamón crudo. También debieron retirar 20 kilos de filet de pejerrey, 40 kilos de frutas, 15 kilos de hamburguesas, 10 kilos de pan árabe, 10 kilos de pebetes, 110 kilos de medialunas y 9.510 kilos de masa cruda y recortes.
Atalaya es un parador tradicional y una parada obligada para los turistas que toman ruta 2. Funciona desde hace casi 50 años y siempre se caracterizó por la elaboración artesanal de sus productos.
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